Este suceso fue uno de los más conocidos entre los
actos de represión cometidos por la
última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983), ya que los desaparecidos eran estudiantes, en su mayoría adolescentes menores de 18 años, que fueron
torturados antes de ser asesinados. La
CONADEP estableció que la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como «subversión en las escuelas».
El caso tomó notoriedad pública en
1985, luego del testimonio de
Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, en el
Juicio a las Juntas. Además Díaz participó de la creación del guion que llevó la historia al cine días antes de cumplirse una década de lo ocurrido, en el
filme homónimo. Cuatro de los estudiantes secuestrados sobrevivieron a las posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura.
Las víctimas fueron en su mayoría estudiantes de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios), de la ciudad de
La Plata. Esta agrupación, junto a otras escuelas que habían reclamado en
1975, ante el Ministerio de Obras Públicas, el otorgamiento del boleto de autobús con descuento estudiantil.
Esta circunstancia, junto al testimonio de uno de los sobrevivientes, Pablo Díaz, ha popularizado la hipótesis de que los secuestros hayan sido consecuencia directa de aquel reclamo. Sin embargo, otros sobrevivientes, como Emilce Moler, afirman que ese reclamo específico no tuvo ninguna incidencia en el episodio del 16 de septiembre.
1 Pablo Díaz afirmó que el boleto estudiantil, que habían conseguido los estudiantes secundarios en septiembre de 1975, fue suspendido en agosto de 1976 con la intención de detectar, mediante un trabajo de inteligencia, quiénes eran los líderes en cada escuela e ir a buscarlos. Al respecto, mencionó un documento hallado en la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires, titulado
La Noche de los Lápices, firmado por el comisario general Alfredo Fernández, en el que describía las acciones a realizar contra los estudiantes, a quienes se calificaba como «integrantes de un potencial semillero subversivo