La victoria de la Unión Soviética y los Aliados sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial se alcanzó el nueve de mayo de 1945. Desde entonces este día se denomina el Día de la Victoria y es una jornada festiva en Rusia y en la mayoría de las antiguas repúblicas soviéticas.
La Alemania nazi, representada por el mariscal de campo Wilhelm Keitel, firmó la capitulación incondicional el ocho de mayo de 1945 a las 22:43, hora central europea (a las 0:43 del nueve de mayo según la hora de Moscú) ante el mariscal de la Unión Soviética Gueorgui Zhúkov y los demás comandantes de las tropas aliadas. La diferencia horaria explica por qué en los países occidentales la victoria se celebra el ocho de mayo mientras que en Europa del Este se celebra el día nueve. El Día de la Victoria no fue conmemorado de forma oficial en la URSS hasta transcurridos veinte años del evento, en 1965.
Pero para la gente común y corriente el nueve de mayo siempre ha sido un día muy especial. A la Unión Soviética se le debe el papel principal en la derrota de la Alemania fascista aunque la ayuda en material bélico de los países aliados a la URSS fue considerable. Los soldados soviéticos no solo defendieron su país, sino que liberaron Europa de los invasores fascistas y llegaron a Berlín, logrando que el enemigo definitivamente depusiera las armas. La Segunda Guerra Mundial recibió en Rusia el nombre de “Gran Guerra Patria” porque entró en todas las casas y afectó a toda la población del país. No hubo ni una familia que no perdiera a alguien o no tuviera heridos o desaparecidos.
Algunas ciudades rusas desempeñaron un papel destacado en la lucha contra el fascismo: actualmente son veintisiete las que ostentan el título de Ciudad Héroe y treinta el de Ciudades de Gloria Militar. El nueve de mayo tradicionalmente se organizan desfiles militares con la presencia de veteranos, se colocan coronas de flores en la tumba del Soldado Desconocido y se culmina la celebración con fuegos artificiales.
La tradición de lanzar fuegos artificiales como símbolo del triunfo en la guerra comenzó el cinco de agosto de 1943. Siguiendo un decreto del líder soviético Iósif Stalin, en Moscú se dispararon salvas para celebrar la liberación de las ciudades de Oriol y Bélgorod de las tropas alemanas.
El desfile militar en la Plaza Roja de Moscú es el momento estelar de la celebración. El primer desfile en la capital de la URSS se realizó un mes y medio después de la firma de la capitulación alemana. Tras la desintegración de la Unión Soviética, el nueve de mayo dejó de celebrarse a gran escala durante varios años pero con el 50.º aniversario de la victoria en 1995 la fiesta recuperó parte de su esplendor. El desfile de 2005 marcó el comienzo de una nueva etapa, con la exhibición de todo el potencial militar de las Fuerzas Armadas en la Plaza Roja y para el desfile de 2010, en el que se celebraba el 65.º aniversario de la victoria, fue recuperada la tradición del desfile en tres partes: marcha de tropas a pie, armamento pesado y vuelo en formación de vehículos de la Fuerza Aérea. En 2011 por la Plaza Roja marcharon 20 000 uniformados, el doble de lo habitual y desde las tribunas asistieron al desfile 1500 de los 850 000 veteranos que viven en el país y cuya edad oscila entre los ochenta y noventa años.
En memoria a las víctimas de la guerra en muchas ciudades de Rusia arden Fuegos Eternos. En Moscú el primer Fuego apareció en 1956 en el cementerio Preobrazhénskoye, la mayor necrópolis militar de la ciudad. El ocho de mayo de 1967 también en Moscú se erigió un monumento conmemorativo en los Jardines de Alejandro, al lado de las murallas del kremlin. Cada año en este lugar transcurre la principal ceremonia oficial de la ofrenda floral a la Tumba del Soldado Desconocido. En el año 2010 otro fuego conmemorativo se encendió en el Parque de la Victoria de la colina Poklónnaya, en el oeste de Moscú.
Los lugares favoritos de los veteranos de la capital rusa para reunirse el nueve de mayo y pasear, charlar con los compañeros de armas y presentarse a sus biznietos son la plaza Teatrálnaya frente al conocido teatro Bolshói, el Parque Gorki y el Parque de la Victoria. Pequeñas fiestas con canciones y danzas de la época se organizan en todos los distritos de la capital. No faltan cocinas de campaña militares que ofrecen kasha con carne y borsch, sopa de res con remolacha, platos muy frecuentes en el frente. La comida es cortesía de los patrocinadores privados de las fiestas. Los veteranos lucen sus condecoraciones y jóvenes miembros de clubs históricos visten uniformes militares de la época.
Desde 2005 existe la tradición de repartir entre los transeúntes y conductores de vehículos cintas con los colores de la orden de San Jorge. De color naranja y negro, son el símbolo de la victoria, de la continuidad de las generaciones y del agradecimiento a los veteranos. La cinta es repartida por voluntarios en los cruces de semáforos, se entrega en supermercados, gasolineras, bancos y otros lugares públicos y los rusos suelen lucirla en el pecho, en los bolsos de mano, en las antenas de los vehículos...
El nueve de mayo los rusos guardan un minuto de silencio en honor a los caídos en las batallas de la Gran Guerra Patria. La cifra es abrumadora: 27 millones de víctimas entre militares y población civil. A las siete de la noche la televisión y la radio públicas comienzan la transmisión simultánea. Se ven imágenes del Fuego Eterno y se escucha el carillón del Kremlin. El presentador dice unas palabras en recuerdo de los mártires. La voz y la música se interrumpen y el país queda cubierto por manto de silencio. Esta tradición conmemorativa existe desde 1965.
La celebración del Día de la Victoria culmina con fuegos artifíciales, los más espectaculares de todas las fiestas nacionales de Rusia.
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