LA MUERTE COMO POLÍTICA DE LA CLASE DOMINANTE.
Como entender lo que sucedió en Trelew, en aquel Agosto de 1972, en qué contexto social y político sucedió, como entenderlo social y políticamente y que enseñanzas podemos recuperar de esos hechos.
Luego del Cordobazo, y podríamos decir de todos los “azos”, las cárceles argentinas estaban repletas de presos políticos, que ya comienzan a ser definidos, ambiguamente, como “delincuentes subversivos”.
Aquí vale la pena detenerse en estos dos conceptos, a saber: cárceles y delincuentes subversivos.
La cárcel, como tecnología de poder, fue diseñada con el objetivo de reeducar y resocializar a aquellos que, violando o rompiendo el contrato social, debían ser aislados y ocultados para que este dispositivo auxiliado por el aparato judicial produzcan un discurso de verdad sobre lo realizado por este/os individuos y estableciera el tiempo y modalidad del castigo con el cual se produciría un sujeto dócil, obediente y apto para reinsertarse en la sociedad. También en estos espacios se han desarrollado prácticas sociales de resistencia, con diferentes modalidades según los momentos de la lucha social y política, entre ellos la formación y discusión política, acciones unitarias como la de Trelew o el Devotazo y actos de confrontación contra la inhumanidad que se pretendía instalar en los prisioneros.
En el penal de máxima seguridad de Rawson estuvieron detenidos, no solamente estos jóvenes, que después de la fuga fueron asesinados, había además muchísimos presos sin proceso, sin precisión sobre el porqué estaban detenidos, pero con la calificación de `delincuentes subversivos`”. Esta calificación genérica, es típica de todo proceso genocida, dado que de este modo el perpetrador puede incluir dentro de ese grupo social ambiguo el combatiente armado, a curas del tercer mundo, a alfabetizadores en las villas o a militantes sindicales, todos son delincuentes subversivos.
Hechas estas aclaraciones, debemos analizar brevemente lo sucedido, el penal mencionado se había convertido en centro de reclusión de un grupo numeroso de dirigentes sindicales y de las organizaciones revolucionarias que conformaban la embrionaria Fuerza Social del Pueblo.
El 15 de agosto de 1972, los miembros de las organizaciones revolucionarias, comienzan un intento de fuga masiva de más de 100 prisioneros, en una acción articulada de tres organizaciones: PRT-ERP, FAR y MONTONEROS, el 15 de agosto, veinticinco de ellos se fugaron del penal de Rawson.
De los cuales y por problemas de coordinación organizativa, seis, llegan al aeropuerto, secuestran un avión comercial y parten a Chile, los diecinueve restantes después de intensas negociaciones, se entregan, con la promesa de su retorno al Penal y la garantía de sus vidas.
Una semana después, el 22 de agosto, son ametrallados en las puertas de sus celdas, asesinados a mansalva, pero tres sobreviven, dieciséis mueren.
El dictador militar A. A. Lanusse fue el responsable político de la matanza que a nuestro entender marca un punto de inflexión importantísimo respecto a la política que asumiría la clase dominante en el contexto de la lucha de clases de ese entonces.
Consideramos que tanto la masacre de Trelew, como los hechos de Ezeiza (retorno de Perón) son el inicio de la práctica social genocida desplegada por la clase dominante, o sea la muerte planificada y sistemática de un “otro” (la Fuerza social del Pueblo denominada por los genocidas como delincuentes subversivos) a ser eliminado. Por supuesto las modalidades son distintas entre 1972 a 1975 y lo que sucedería después de 1976. En el primer período se trata de una muerte más selectiva, sobre todo de los cuadros medios para de esa manera desarticular a la Fuerza Social Revolucionaria en gestación, matanza llevada a cabo por fuerzas irregulares o paraestatales (AAA o CNU, entre otras), el otro período, el que se inicia a fines de 1975 y sobre todo después del 24 de marzo de 1976 se caracteriza por su masividad, la indefensión de las víctimas, generalmente secuestradas y llevadas a centros clandestinos de detención para deshumanizarlas y extraer información para lograr nuevas detenciones en un clima social de terror generalizado y con el claro propósito de reorganizar las relaciones sociales de otro modo.
Un hecho interesante y que generalmente no se recuerda, es el relacionado, a los pobladores del lugar, reacia, al comienzo, al contacto con los detenidos en la cárcel, posteriormente se solidariza con los presos y familiares, formando Comisiones de Solidaridad de apoyo que incluyen el trato personal con los encarcelados. Los vecinos formaron la Comisión de Solidaridad de la que surgían apoderados para visitarlos y que, respecto, a los parientes, les brindaban alimentos, alojamiento, y sobre todo contención y solidaridad. Esta articulación era fundamental tanto para los detenidos como para los familiares y los abogados defensores ya que la dicho penal era un lugar lejano y de ese modo los aislaban de sus abogados, si los tenían, y de los familiares.
Es de destacar como esta pretensión de aislarlos y de romper las relaciones sociales que los detenidos personificaban genero, no solo la conformación de la Comisión de Solidaridad, sino además, la sociedad de Rawson se politizo fuertemente.
A modo de síntesis, creemos, que todo este período (1955–1983) está fuertemente caracterizado y determinado por el surgimiento, constitución, desarrollo y aniquilamiento de la Fuerza Social Política de carácter popular; intentar desentrañar y conocer estos procesos sociales resulta una tarea imprescindible para lo cual es imperioso retomar su análisis y debate, no sólo como un saber académico, sino fundamentalmente, como un saber para la acción política de nuestros días.
La determinación de aniquilamiento de la clase dominante, no fueron captados en sus verdaderos alcances por la sensibilidad y la conciencia de la gran mayoría de los militantes del campo popular. Esa ignorancia, en ellos y en el conjunto de la sociedad argentina habría de tener un precio demasiado alto y tremendo. Fue tan intensa y profunda esa ajenidad, respecto al proceso social en curso, que aún hoy pareciera que las luchas sociales y políticas permanecen en esa ignorancia fantasmal.
Enseñanzas que nos dejan los procesos sociales y que deberíamos tomar muy en cuenta si en verdad aspiramos a transformar esta sociedad y construir la SOCIEDAD SOCIALISTA.
Los mártires de Trelew fueron: Mariano Pujadas, Alfredo Kohon, Susana Lesgart, María Angélica Sebrelli, Carlos Astudillo, Clarisa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Pedro Bonnet, Eduardo Capello, Alberto del Rey, Mario Emilio Delfino, José Ricardo Mena, Miguel Ángel Polti, Humberto Suárez, Humberto Toschi y Alejandro Ulla. Tres sobrevivieron: Ricardo René Haidar, María Antonia Berger y Alberto Miguel Camps.
Los testimonios de los hechos que brindaron los sobrevivientes desmintieron la versión oficial del intento de fuga. En 1976, María Antonia Berger y el "Turco" Haidar desaparecieron y Alberto Camps fue abatido en su casa, combatiendo a los que venían a secuestrarlo.
Luego del Cordobazo, y podríamos decir de todos los “azos”, las cárceles argentinas estaban repletas de presos políticos, que ya comienzan a ser definidos, ambiguamente, como “delincuentes subversivos”.
Aquí vale la pena detenerse en estos dos conceptos, a saber: cárceles y delincuentes subversivos.
La cárcel, como tecnología de poder, fue diseñada con el objetivo de reeducar y resocializar a aquellos que, violando o rompiendo el contrato social, debían ser aislados y ocultados para que este dispositivo auxiliado por el aparato judicial produzcan un discurso de verdad sobre lo realizado por este/os individuos y estableciera el tiempo y modalidad del castigo con el cual se produciría un sujeto dócil, obediente y apto para reinsertarse en la sociedad. También en estos espacios se han desarrollado prácticas sociales de resistencia, con diferentes modalidades según los momentos de la lucha social y política, entre ellos la formación y discusión política, acciones unitarias como la de Trelew o el Devotazo y actos de confrontación contra la inhumanidad que se pretendía instalar en los prisioneros.
En el penal de máxima seguridad de Rawson estuvieron detenidos, no solamente estos jóvenes, que después de la fuga fueron asesinados, había además muchísimos presos sin proceso, sin precisión sobre el porqué estaban detenidos, pero con la calificación de `delincuentes subversivos`”. Esta calificación genérica, es típica de todo proceso genocida, dado que de este modo el perpetrador puede incluir dentro de ese grupo social ambiguo el combatiente armado, a curas del tercer mundo, a alfabetizadores en las villas o a militantes sindicales, todos son delincuentes subversivos.
Hechas estas aclaraciones, debemos analizar brevemente lo sucedido, el penal mencionado se había convertido en centro de reclusión de un grupo numeroso de dirigentes sindicales y de las organizaciones revolucionarias que conformaban la embrionaria Fuerza Social del Pueblo.
El 15 de agosto de 1972, los miembros de las organizaciones revolucionarias, comienzan un intento de fuga masiva de más de 100 prisioneros, en una acción articulada de tres organizaciones: PRT-ERP, FAR y MONTONEROS, el 15 de agosto, veinticinco de ellos se fugaron del penal de Rawson.
De los cuales y por problemas de coordinación organizativa, seis, llegan al aeropuerto, secuestran un avión comercial y parten a Chile, los diecinueve restantes después de intensas negociaciones, se entregan, con la promesa de su retorno al Penal y la garantía de sus vidas.
Una semana después, el 22 de agosto, son ametrallados en las puertas de sus celdas, asesinados a mansalva, pero tres sobreviven, dieciséis mueren.
El dictador militar A. A. Lanusse fue el responsable político de la matanza que a nuestro entender marca un punto de inflexión importantísimo respecto a la política que asumiría la clase dominante en el contexto de la lucha de clases de ese entonces.
Consideramos que tanto la masacre de Trelew, como los hechos de Ezeiza (retorno de Perón) son el inicio de la práctica social genocida desplegada por la clase dominante, o sea la muerte planificada y sistemática de un “otro” (la Fuerza social del Pueblo denominada por los genocidas como delincuentes subversivos) a ser eliminado. Por supuesto las modalidades son distintas entre 1972 a 1975 y lo que sucedería después de 1976. En el primer período se trata de una muerte más selectiva, sobre todo de los cuadros medios para de esa manera desarticular a la Fuerza Social Revolucionaria en gestación, matanza llevada a cabo por fuerzas irregulares o paraestatales (AAA o CNU, entre otras), el otro período, el que se inicia a fines de 1975 y sobre todo después del 24 de marzo de 1976 se caracteriza por su masividad, la indefensión de las víctimas, generalmente secuestradas y llevadas a centros clandestinos de detención para deshumanizarlas y extraer información para lograr nuevas detenciones en un clima social de terror generalizado y con el claro propósito de reorganizar las relaciones sociales de otro modo.
Un hecho interesante y que generalmente no se recuerda, es el relacionado, a los pobladores del lugar, reacia, al comienzo, al contacto con los detenidos en la cárcel, posteriormente se solidariza con los presos y familiares, formando Comisiones de Solidaridad de apoyo que incluyen el trato personal con los encarcelados. Los vecinos formaron la Comisión de Solidaridad de la que surgían apoderados para visitarlos y que, respecto, a los parientes, les brindaban alimentos, alojamiento, y sobre todo contención y solidaridad. Esta articulación era fundamental tanto para los detenidos como para los familiares y los abogados defensores ya que la dicho penal era un lugar lejano y de ese modo los aislaban de sus abogados, si los tenían, y de los familiares.
Es de destacar como esta pretensión de aislarlos y de romper las relaciones sociales que los detenidos personificaban genero, no solo la conformación de la Comisión de Solidaridad, sino además, la sociedad de Rawson se politizo fuertemente.
A modo de síntesis, creemos, que todo este período (1955–1983) está fuertemente caracterizado y determinado por el surgimiento, constitución, desarrollo y aniquilamiento de la Fuerza Social Política de carácter popular; intentar desentrañar y conocer estos procesos sociales resulta una tarea imprescindible para lo cual es imperioso retomar su análisis y debate, no sólo como un saber académico, sino fundamentalmente, como un saber para la acción política de nuestros días.
La determinación de aniquilamiento de la clase dominante, no fueron captados en sus verdaderos alcances por la sensibilidad y la conciencia de la gran mayoría de los militantes del campo popular. Esa ignorancia, en ellos y en el conjunto de la sociedad argentina habría de tener un precio demasiado alto y tremendo. Fue tan intensa y profunda esa ajenidad, respecto al proceso social en curso, que aún hoy pareciera que las luchas sociales y políticas permanecen en esa ignorancia fantasmal.
Enseñanzas que nos dejan los procesos sociales y que deberíamos tomar muy en cuenta si en verdad aspiramos a transformar esta sociedad y construir la SOCIEDAD SOCIALISTA.
Los mártires de Trelew fueron: Mariano Pujadas, Alfredo Kohon, Susana Lesgart, María Angélica Sebrelli, Carlos Astudillo, Clarisa Lea Place, Ana María Villarreal de Santucho, Pedro Bonnet, Eduardo Capello, Alberto del Rey, Mario Emilio Delfino, José Ricardo Mena, Miguel Ángel Polti, Humberto Suárez, Humberto Toschi y Alejandro Ulla. Tres sobrevivieron: Ricardo René Haidar, María Antonia Berger y Alberto Miguel Camps.
Los testimonios de los hechos que brindaron los sobrevivientes desmintieron la versión oficial del intento de fuga. En 1976, María Antonia Berger y el "Turco" Haidar desaparecieron y Alberto Camps fue abatido en su casa, combatiendo a los que venían a secuestrarlo.
Hasta la victoria siempre, compañeros.
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